martes, 17 de marzo de 2015

LA BASURA

BASURA



Se considera basura todo material como desecho, son los residuos que ya no se necesita y debe ser eliminado. Es todo material desechado o residuos creados por las actividades humanas. La mayoria de la basura proviene de los alimentos como son las enbulturas de plastico, papel, carton, plastico, unicel, latas y muchas otras materiales. Tambien

lo que se considera basura es dañino para nuestro medio ambiente ya que son ya que los desechos quimicos dañan la tierra y haces que ya no sea fertil, con tierra sin fertilizante se secan las plantas.

Tirar la basura en cualquier parte haces que contamine ya sea la tierra, el agua o un bosque de plantas. Por ejemplo tirar basura en la calle y cuando llueve el agua se lo lleva y llega al rio y hace que los quimicos que contiene la basura contamine el agua y mate a los seres vivos que viven el el agua.

CLASIFICACION DE LA BASURA



ORGANICA. Es todo desecho de origen natural, es decir, proviene de algun animal o de alguna planata que puedes oxidarse o pudrirse. Por ejemplo, las cascaras de las frutas, cascara de las verduras, la fruta y verdura podrida o en descomposicion, palillos o trozos de madera, hojas, ramas, granos o semillas, residuos de los alimentos que se preparan el el hogar entre otras cosas mas que provienen de alguna planta.

INORGANICA. Se le conoce como residuo inorganica o basura inorganica todo lo que es artificial basura hecho por el hombre y que no se desacen rapido o que no se pudren rapido. Todo es basura inorganica lo que el fierro: corchos de refresco, latas de comida, pedacera de alambres, pedacera de barillas, clavos, entre otras cosas de fierro. Plastico: por ejemplo, bolsas de plastico, botellas de refresco y de jugos, pedaseras de sillas rotas, juguetes, y todo lo que es plastico. Vidrio: es como su nombre lo dice, es todo lo que es de cristal, por ejemplo, los focos fundidos y rotos, botellas de vidrio, espejos, y algunas veladoras que viene con un vaso de vidrio, y todo lo que es vidrio.

DESECHOS. Se le conoce como desechos todos los objetos que altamente contaminantes para el ser humano y su medio ambiente. Ejemplo: las llantas que ya no sirven, los huesos o residuos de la comida de origen animal, las jeringas, medicinas caducadas, las baterias y pilas, botellas de desodorantes, botellas con contenido para mantenimiento de autos y camiones,  y todo objeto con material o contenido peligroso o muy dañino.

IMAGENES DE BASURA DEL GRAN BASURERO DEL MUNDO




domingo, 8 de marzo de 2015

HUIR DEL DESTINO









 Su padre era marino. Un día, cuando no era más que un niño, el padre le invitaba a dar un paseo en barco. De repente descubre a lo lejos un enorme pez, de aspecto terrible, que sigue el barco. Se lo comunica a su padre, pero su padre no ve nada; cree que son figuraciones de su hijo. En un segundo viaje vuelve a ocurrir lo mismo; pero esta vez el padre entiende todo, palidece de susto y le explica a su hijo:

Ahora temo por ti. Eso que has visto es un Colombre. Es el pez que los marineros temen más que ningún otro en todos los mares del mundo, un animal terrible y misterioso, más astuto que el hombre. Por motivos que nunca nadie sabrá escoge a su víctima y le sigue años y años, la vida entera hasta que consigue devorarla. Y lo más curioso es esto: que nadie puede verlo si no es la víctima.

-¿Y no es una leyenda? -pregunto el hijo.
-No -le dice su padre-, yo nunca la he visto, pero lo han descrito: hociso fiero, dientes espantosos... No hay duda hijo mío: el Colombre te ha elegido, y mientras andes por el mar no te dará tregua. Vamos a volver a tierra y nunca más te harás a la mar por ningún motivo. Tienes que resignarte. Por otra parte en tierra también puedes hacer fortuna.

 Pasan los años y el chico crece y consigue en la vida todo lo que todo el mundo anhela. A los ojos de todos es un triunfador. Pero él sabe que su vida ha sido un fracaso, que en el fondo de su alma sigue presente, como herida abierta, la renuncia a la que debería haber sido su propia vida, la que le habría hecho feliz. Un día, viejo y cansado, sintiendo cerca la muerte, decide enfrentarse con aquel peligro, hacer por fin algo valioso, enfrentarse con aquel animal que había visto muchas veces, cada vez que se acercaba al mar, a cierta distancia de la costa.

Un día, de noche, escogió un arpón, se montó en una pequeña barca y se internó en el mar. Al poco tiempo aquel horrible hociso asomo al lado de la barca.
-Aquí me tienes, ahora es cosa de los dos, -dijo el hombre mientras levantaba el arpón en contra el horrible animal. Entonces el pez empezó a hablar, quejándose con voz suplicante:
-Ah, qué largo camino para encontrarte. También yo estoy destrozado por la fatiga. Cuanto me has hecho nadar. Y tu huías y huías... porque nunca has comprendido nada.
-¿A qué te refieres?
-A que no te seguido para devorarte. El único encargo que me dio el Rey del Mar fue entregarte esto.

Y el gran pez saco de la lengua, tendiendo al anciano una enorme esfera fosforescente.
Él la alzo y entre sus manos lo miro. Era una perla de enorme tamaño. Reconoció en ella la famosa perla del mar, que da a quien la posé fortuna, poder, amor y paz de espíritu. En aquel instante el viejo entendió todo. Y entendió también que era demasiado tarde.
-¡Ay de mí! ¡Que horrible malentendido! lo único que he conseguido es desperdiciar mi existencia y además he arruinado la tuya. Adiós, hombre infeliz.

Y se sumergió en las aguas para siempre.

Autor: José Rodríguez

lunes, 16 de febrero de 2015

AQUI VIVE UN NIÑO SANO Y FELIZ




Mi hijo mayor acaba de cumplir ocho años. Un día, poco tiempo antes, yendo en su bicicleta a la alberca, frenó con fuerza frente a mí y dio un magnifico patinazo. Se volvió a verme con una sonrisa de satisfacción. Por lo regular, ese pequeño patinazo habría motivo de una severa advertencia de "no gastes las llantas". A mí siempre me enseñaron a cuidar bien mis cosas y a mantenerlos en buen estado. Sin embargo, he aprendido que existe una diferencia entre el desgaste natural de las cosas y hacer que estas duren cueste lo que cueste.

La diferencia se me hizo patente en un día soleado de hace cuatro años. Mi hijo, entonces de cinco, había pasado una tarde normal de verano jugando en el parque y nadando en la piscina del barrio. Esa noche, a la hora del baño, noté que tenía el cuerpo cubierto de manchitas rojas. Alguna enfermedad eruptiva, pensé, y llamé a mi esposa para que echara un vistazo. Casualmente tenía una cita con su pediatra al día siguiente.

En la mesa de auscultación notamos que tenía también grandes cardenales en las piernas. La pediatra nos pidió que lo lleváramos de inmediato al departamento de emergencias del hospital infantil; ella se reunirá allí con nosotros en una hora.

Es fácil imaginar el miedo que sentimos. Varios análisis (y largas horas) después, los médicos determinaron que mi hijo padecía de una enfermedad llamada purpura trombocitopénica idiopática, que hace que el bazo destruya las plaquetas, indispensables para la coagulación de la sangre. Si empeoraba, el niño podría sufrir una hemorragia intensa y morir desangrado. Solamente el tiempo diría si podría mejorar por sí solo.

Al tercer día de su estancia en el hospital fui a comprarle un regalo. Extendí la mano para tomar un auto convertible amarillo de juguete (le encantaban lo autos) y titubeé.

Sabía que el juguete no iba a durar mucho tiempo en manos de un niño de cinco años. Entonces pensé: "Que importa si le arranca las puertas y las ruedas se le caen. Si eso sucede, significara que mi hijo está bueno y sano. Lo compre con la esperanza de que estuviera suficiente bien para jugar con él. Se emocionó mucho al recibirlo. El juguete le ayudo a sobrellevar la semana que paso en el hospital".

Vi el auto al otro día,  en una repisa de su cuarto. No tiene ruedas, las puertas están rotas y el cromo se le desgasto. Al verlo, sonrío. Mi hijo ha estado perfectamente bien en estos últimos cuatro años, y está lleno de vida. Su misteriosa enfermedad vino y se fue.

Y yo aprendí que los objeto son solo eso, y que pueden reemplazarse si es necesario. Si cualquiera de mis muchachos rompe algo o lo desgasta jugando, en vez de reprenderlo por su descuido, prefiero celebrar su niñez. El cascaron vacío de lo que alguna vez fue un auto bonito y las piezas pérdidas de su juego de monopolio son prueba del hecho de que aquí vive un niño sano y feliz.

La prudencia y el cuidado de las cosas tienen su lugar, como también tienen la experimentación y la curiosidad. Al final de cuentas, mi relación con mi hijo y mi esposa es lo que verdaderamente perdura. Yo elijo celebrar nuestra vida y vivir de las perdidas. Además, yo solía dar los mismos patinazos... pero nunca delante de mi padre.

viernes, 6 de febrero de 2015

CIUDADANOS DEL CIELO




Un enfermo anciano tenía por costumbre tener una silla vacía al lado de su cama. Pensaba que en él se encontraba Jesús sentado. Un día se lo encontraron muerto, con la cabeza apoyada en la silla vacía que tenía siempre a la cabecera en la cama.

La vida acaba con la muerte, dicen algunos, aunque para los creyentes en Cristo, la vida no termina, se transforma en una nueva y verdadera vida. Por el paso de la muerte la vida es enraizada definitivamente.

Con la muerte se acaba todo lo que se tiene en esta vida: proyectos, bienes, futuro... cuando visita la muerte a un ser querido, se nos desgarra el alma y siempre nos llega como un ladrón, por sorpresa y sin sentido. Son en esos momentos cuando se cruzan por nuestra cabeza toda una serie de preguntas: ¿Qué sentido tiene todo? ¿A dónde va a parar tanto esfuerzo realizado? ¿Por qué a nosotros?

El creyente, igual que confió en el padre durante su vida, igualmente sigue confiando a la hora de la muerte. Con Jesús puede repetir

"En tus mano encomiendo mi espíritu". Acogiéndose al mismo Señor de la vida que resucito a Jesús. En la misma muerte el creyente proclama su fe en la vida.

El Dios de Jesús no es un Dios de muertos, sino de vivos. Quien ha creído en el Dios de la vida, no puede morir. El que cree en Jesús tendrá vida. Quien bebe de él y come del pan verdadero tendrá vida y encontrara la fortaleza para vencer la muerte. Es ese momento de la muerte cuando el creyente renueva su fe en la vida y se debe comprometer a vivir y defender la vida. El cristiano debe ser un amante de la vida. Dios quiere que tengamos vida abundante. Cristo ha entregado su vida para que nosotros vivamos.

La resurrección de Cristo es el triunfo de la vida sobre todas las muertes, no se nace para morir, sino para vivir. "No temas, soy yo el Primero y el último, el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos".

Algunas grandes culturas africanas entierran a los difuntos orientados hacia el oriente, lugar por donde nace el sol, movidos por la creencia de que la muerte es como la noche, pasajera, tras la cual hay un nuevo amanecer; así como el sol nace y muere cada día, así ocurría con esas personas.

En los cementerios católicos del Mediterráneo hay un árbol característico: el ciprés. Es esbelto y apunta hacia el cielo. Es un símbolo que indica a los vivos hacia donde tienen que mirar.

Estamos viviendo en tiendas de campaña. Somos extranjeros, ciudadanos del cielo. Sabemos que los gozos de esta vida son una aproximación de lo que vendrá después. Todo lo bueno y hermoso que aquí soñamos, lo tendremos allá transfigurando. Pero, muchas personas piensan que el pensar en la muerte les va a amargar la vida y el miedo a "la hermana muerte" no les va a dejar vivir en paz. Es cierto lo que afirma E. From. "Morir es tremendo. Pero la idea de tener que morir son haber vivido es insoportable". Por eso, para aprender a morir bien, hay que saber vivir mejor.

No todo termina con la muerte. Con ella empieza la verdadera vida.

jueves, 22 de enero de 2015

LA HERENCIA DE UN PADRE




Había un hombre muy rico que poseía bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo: su heredero.

Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos.

Su padre siempre le advertía que sus amigos solo estarían a su lado mientras él tuviera algo que ofrecerles; después, lo abandonarían.

Un día, el viejo padre, ya avanzado de edad, dijo a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparo una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: "Para que nunca desprecies las palabras de tu padre".

Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó al establo y le dijo:
Hijo mío, yo ya estoy viejo y, cuando yo me vaya, tú te encargaras de todo lo que es mío... Y yo sé cuál será tu futuro. Vas a dejar la estancia en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes para sustentarte y, cuando no tengas más nada, tus amigos se apartaran de ti.

Solo entonces te arrepentirás amargamente por no haberme escuchado. Fue por eso que construí la horca.

Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcaras en ella.

El joven se rio, pensó que era absurdo, pero, para no contradecir al padre, prometió, pensando, que eso jamás podría suceder.

El tiempo paso, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, pero, así como su padre había previsto, el joven gasto todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad.

Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó decir:
"Ah, padre mío... si yo hubiera escuchado tus consejos... pero ahora es demasiado tarde".

Apesadumbrado, el joven levanto la vista y vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llena de polvo, y entonces pensó:
Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero, al menos esta vez, hare su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más...

Entonces, él subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó:
Ah, si yo tuviera una nueva oportunidad...
Entonces se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... era el fin.

Pero el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente y el joven cayó al piso. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes...

La horca estaba llena de piedras preciosas y una nota también cayó en medio de ellas.
En ella estaba escrito:
"Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo tanto!
Con amor, tu viejo padre".

Dios es exactamente así con nosotros.
Cuando nos arrepentimos, podemos ir hasta Él.
Él siempre nos da una nueva oportunidad.
¡Dios te ama!


Autor: José Rodríguez

miércoles, 7 de enero de 2015

LOS TRES CONSEJOS



Una pareja recién casados era muy pobre y vivía de los favores de un pueblito del interior. Un día el marido, luego de pensarlo, le hizo la siguiente propuesta a su esposa:

-Querida, voy a salir de la casa, voy a viajar bien lejos, para buscar un empleo y trabajar hasta tener condiciones para regresar, y darte una vida más cómoda y digna. No se cuánto tiempo voy a estar lejos, solo te pido una cosa, que me esperes  y mientras yo esté lejos, me seas fiel, pues yo te seré fiel a ti.

Así, siendo joven aun, camino muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estuviera necesitado de alguien, para ayudarlo en su hacienda.

El joven llego, se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidió hacer un trato con su jefe, lo cual fue aceptado también.

El pacto fue el siguiente:
-Déjeme trabajar por el tiempo que yo necesite y entienda que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorro hasta el día en que me vaya, el día que yo salga, usted me dará el dinero que yo haya ganado.

Estando ambos de acuerdo, aquel joven trabajo durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso. Después de veinte años se acercó a su patrón y le dijo:

-Patrón, yo quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa.

El patrón le respondió:
-Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo, solo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿Esta bien? Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres consejos, y no te doy tu dinero, y te vas. Si yo te doy tu dinero, no te doy los consejos, y viceversa.

Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta.

Él pensó durante dos días, busco al patrón y le dijo:

QUIERO LOS TRES CONSEJOS

El patrón le recordó:
-Si te doy los consejos, no te doy el dinero.
Y el empleado respondió:
-Quiero los consejos...

El patrón entonces le aconsejo:
1. NUNCA TOMES ATJOS EN TU VIDA, caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.

2. NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTA EL MAL, pues  la curiosidad por el mal puede ser fatal.

3. NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR, pues puedes arrepentirte demasiado tarde.

Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no era tan joven, así:

-AQUI TIENES TRES PANES, estos dos son para comer durante el viaje y este, el tercero, es para comer con tu esposa cuando llegues a tu casa.

El hombre entonces, siguió su camino de vuelta, de veinte años lejos de su casa y de su esposa que él tanto amaba.

Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludó y le pregunto:
-¿Para dónde vas?
Él le respondió:
-Voy  a un lugar muy distante que queda más de veinte días de caminata por esta carretera...
La persona le dijo entonces:
-Este camino es muy largo, yo conozco un atajo con el cual llegaras en pocos días.

El joven contento, empezó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo,
NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA, entonces volvió a seguir su camino normal.

Días después supo  por comentarios de un pueblo cercano que el atajo lo llevaba seguro a una emboscada. Después de algunos días de viaje, cansado al extremo, encontró una pensión donde poder hospedarse, pago la tarifa por día y después de tomar un baño se acostó a dormir.

De madrugada se despertó asustado con gritos aterradores. Se levantó de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir donde escucho el grito.

Cuando estaba abriendo la puerta se acordó del segundo consejo, NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTA EL MAL. Regreso a la cama, y se acostó a dormir, Al amanecer, después de tomar el café, el dueño de la posada le pregunto si no había escuchado los gritos, y él contesto que sí los había escuchado.

El dueño de la posada le pregunto:
-¿Y no sintió curiosidad?
Él contesto que no. A lo que el dueño le respondió:
Usted es el primer huésped que sale vivo de aquí, pues unos ladrones y asesinos, robaron y luego mataron a todos los huéspedes del hotel que salieron asustados de sus habitaciones.

El joven siguió con su larga jornada, ansioso por llegar a su casa.

Después de mucho días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los arboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa, camino  y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzó a ver que ella no estaba sola. Anduvo un poco más y noto que ella tenía sobre sus piernas un hombre al que estaba acariciando los cabellos.

Cuando vio aquella escena, su corazón se llenó de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad.

Respiró profundo, apresuró sus pasos, cuando recordó el tercer consejo, NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR.

Entonces se paró y reflexionó, decidió dormir allí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión.

Al amanecer ya con la cabeza fría, él dijo:
-¡NO VOY A MATAR A I ESPOSA!
-Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta. Sólo que antes, quiero decirle a mi esposa que yo siempre le fui fiel a ella.

Se dirigió a la puerta de la casa y tocó. Cuando la esposa le abre la puerta y lo reconoce, se cuelga del cuello y lo abraza afectuosamente.

Él trata de quitársela, pero no lo consigue.
Entonces  con lágrimas en los ojos le dijo:
-Yo siempre te fui fiel y tú me traicionaste...
Ella espantada le responde:
-¿Cómo? Yo nunca te traicioné, te esperé durante veinte años.

Él entonces le preguntó:
-¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?

Y ella respondió:
-AQUEL HOMBRE ES NUESTRO HIJO. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy él tiene veinte años de edad. Entonces el marido entró, conoció y abrazó a su hijo y les contó toda su historia, en cuanto su esposa preparaba la cena. Se sentaron a comer el último pan juntos.

DESPUES DE LA ORACION DE AGRADECIMIENTO, CON LAGRIMAS DE EMOCION, él partió el pan y al abrirlo, se encontró todo su dinero, el pago de sus veinte años de dedicación.

¿Y tú... tomas el dinero o los concejos... tomas los caminos con atajos, sientes curiosidad por el mal y tomas decisiones en momentos de odio y dolor? ¡Piénsalo!

La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca ¡cómo lo hiciste sentir!

Autor: José Rodríguez