jueves, 22 de enero de 2015

LA HERENCIA DE UN PADRE




Había un hombre muy rico que poseía bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo: su heredero.

Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos.

Su padre siempre le advertía que sus amigos solo estarían a su lado mientras él tuviera algo que ofrecerles; después, lo abandonarían.

Un día, el viejo padre, ya avanzado de edad, dijo a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparo una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: "Para que nunca desprecies las palabras de tu padre".

Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó al establo y le dijo:
Hijo mío, yo ya estoy viejo y, cuando yo me vaya, tú te encargaras de todo lo que es mío... Y yo sé cuál será tu futuro. Vas a dejar la estancia en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes para sustentarte y, cuando no tengas más nada, tus amigos se apartaran de ti.

Solo entonces te arrepentirás amargamente por no haberme escuchado. Fue por eso que construí la horca.

Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcaras en ella.

El joven se rio, pensó que era absurdo, pero, para no contradecir al padre, prometió, pensando, que eso jamás podría suceder.

El tiempo paso, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, pero, así como su padre había previsto, el joven gasto todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad.

Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó decir:
"Ah, padre mío... si yo hubiera escuchado tus consejos... pero ahora es demasiado tarde".

Apesadumbrado, el joven levanto la vista y vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llena de polvo, y entonces pensó:
Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero, al menos esta vez, hare su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más...

Entonces, él subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó:
Ah, si yo tuviera una nueva oportunidad...
Entonces se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... era el fin.

Pero el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente y el joven cayó al piso. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes...

La horca estaba llena de piedras preciosas y una nota también cayó en medio de ellas.
En ella estaba escrito:
"Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo tanto!
Con amor, tu viejo padre".

Dios es exactamente así con nosotros.
Cuando nos arrepentimos, podemos ir hasta Él.
Él siempre nos da una nueva oportunidad.
¡Dios te ama!


Autor: José Rodríguez

miércoles, 7 de enero de 2015

LOS TRES CONSEJOS



Una pareja recién casados era muy pobre y vivía de los favores de un pueblito del interior. Un día el marido, luego de pensarlo, le hizo la siguiente propuesta a su esposa:

-Querida, voy a salir de la casa, voy a viajar bien lejos, para buscar un empleo y trabajar hasta tener condiciones para regresar, y darte una vida más cómoda y digna. No se cuánto tiempo voy a estar lejos, solo te pido una cosa, que me esperes  y mientras yo esté lejos, me seas fiel, pues yo te seré fiel a ti.

Así, siendo joven aun, camino muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estuviera necesitado de alguien, para ayudarlo en su hacienda.

El joven llego, se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidió hacer un trato con su jefe, lo cual fue aceptado también.

El pacto fue el siguiente:
-Déjeme trabajar por el tiempo que yo necesite y entienda que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorro hasta el día en que me vaya, el día que yo salga, usted me dará el dinero que yo haya ganado.

Estando ambos de acuerdo, aquel joven trabajo durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso. Después de veinte años se acercó a su patrón y le dijo:

-Patrón, yo quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa.

El patrón le respondió:
-Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo, solo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿Esta bien? Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres consejos, y no te doy tu dinero, y te vas. Si yo te doy tu dinero, no te doy los consejos, y viceversa.

Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta.

Él pensó durante dos días, busco al patrón y le dijo:

QUIERO LOS TRES CONSEJOS

El patrón le recordó:
-Si te doy los consejos, no te doy el dinero.
Y el empleado respondió:
-Quiero los consejos...

El patrón entonces le aconsejo:
1. NUNCA TOMES ATJOS EN TU VIDA, caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.

2. NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTA EL MAL, pues  la curiosidad por el mal puede ser fatal.

3. NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR, pues puedes arrepentirte demasiado tarde.

Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no era tan joven, así:

-AQUI TIENES TRES PANES, estos dos son para comer durante el viaje y este, el tercero, es para comer con tu esposa cuando llegues a tu casa.

El hombre entonces, siguió su camino de vuelta, de veinte años lejos de su casa y de su esposa que él tanto amaba.

Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludó y le pregunto:
-¿Para dónde vas?
Él le respondió:
-Voy  a un lugar muy distante que queda más de veinte días de caminata por esta carretera...
La persona le dijo entonces:
-Este camino es muy largo, yo conozco un atajo con el cual llegaras en pocos días.

El joven contento, empezó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo,
NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA, entonces volvió a seguir su camino normal.

Días después supo  por comentarios de un pueblo cercano que el atajo lo llevaba seguro a una emboscada. Después de algunos días de viaje, cansado al extremo, encontró una pensión donde poder hospedarse, pago la tarifa por día y después de tomar un baño se acostó a dormir.

De madrugada se despertó asustado con gritos aterradores. Se levantó de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir donde escucho el grito.

Cuando estaba abriendo la puerta se acordó del segundo consejo, NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTA EL MAL. Regreso a la cama, y se acostó a dormir, Al amanecer, después de tomar el café, el dueño de la posada le pregunto si no había escuchado los gritos, y él contesto que sí los había escuchado.

El dueño de la posada le pregunto:
-¿Y no sintió curiosidad?
Él contesto que no. A lo que el dueño le respondió:
Usted es el primer huésped que sale vivo de aquí, pues unos ladrones y asesinos, robaron y luego mataron a todos los huéspedes del hotel que salieron asustados de sus habitaciones.

El joven siguió con su larga jornada, ansioso por llegar a su casa.

Después de mucho días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los arboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa, camino  y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzó a ver que ella no estaba sola. Anduvo un poco más y noto que ella tenía sobre sus piernas un hombre al que estaba acariciando los cabellos.

Cuando vio aquella escena, su corazón se llenó de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad.

Respiró profundo, apresuró sus pasos, cuando recordó el tercer consejo, NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR.

Entonces se paró y reflexionó, decidió dormir allí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión.

Al amanecer ya con la cabeza fría, él dijo:
-¡NO VOY A MATAR A I ESPOSA!
-Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta. Sólo que antes, quiero decirle a mi esposa que yo siempre le fui fiel a ella.

Se dirigió a la puerta de la casa y tocó. Cuando la esposa le abre la puerta y lo reconoce, se cuelga del cuello y lo abraza afectuosamente.

Él trata de quitársela, pero no lo consigue.
Entonces  con lágrimas en los ojos le dijo:
-Yo siempre te fui fiel y tú me traicionaste...
Ella espantada le responde:
-¿Cómo? Yo nunca te traicioné, te esperé durante veinte años.

Él entonces le preguntó:
-¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?

Y ella respondió:
-AQUEL HOMBRE ES NUESTRO HIJO. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy él tiene veinte años de edad. Entonces el marido entró, conoció y abrazó a su hijo y les contó toda su historia, en cuanto su esposa preparaba la cena. Se sentaron a comer el último pan juntos.

DESPUES DE LA ORACION DE AGRADECIMIENTO, CON LAGRIMAS DE EMOCION, él partió el pan y al abrirlo, se encontró todo su dinero, el pago de sus veinte años de dedicación.

¿Y tú... tomas el dinero o los concejos... tomas los caminos con atajos, sientes curiosidad por el mal y tomas decisiones en momentos de odio y dolor? ¡Piénsalo!

La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca ¡cómo lo hiciste sentir!

Autor: José Rodríguez

domingo, 4 de enero de 2015

JESÚS EN TU CASA




Un día estaba un joven en su casa y alguien tocó la puerta.

Al abrir la puerta como sorpresa encontró al diablo quien lo agarró del pelo, lo pateó, lo golpeó, y luego se fue.

Y pensó el muchacho: "¿Qué debo hacer?"

De pronto cuando el diablo  se había marchado vio pasar a Jesús y pensó: "¡Si Él está en mi casa el diablo no va entrar!"

Entonces lo invitó a pasar, le mostró la casa y le preguntó:
  -¿Puedes venir mañana cuando el diablo pase por aquí?

Y Jesús respondió que sí.

Al día siguiente el diablo volvió a tocar la puerta y ya Jesús estaba adentro de la casa.

El muchacho muy tranquilo abrió la puerta y el diablo volvió a darle una golpiza.

Entonces el muchacho muy molesto le reclamó a Jesús que porque no hizo nada por defenderlo y dijo:

-No hice nada porque no estoy en  mi casa, solo estoy de visita.

El muchacho lo pensó un poco y lo invitó a vivir en su casa, le mostró su cuarto y dijo:

-Ahora vas a seguir viviendo aquí, éste será tu cuarto.

Y Jesús aceptó

Como ya era de costumbre al día siguiente tocaron nuevamente la puerta, y era otra vez el diablo, el joven muy confiado abrió la puerta, pues ya Jesús vivía en su casa, y el diablo nuevamente le dio la golpiza.

El joven, molesto fue donde Jesús y dijo:
-Ya vives en mí, ¿Qué más deseas para defenderme?

Y Jesús le contestó:
-Yo solo vivo en tu casa, en mi cuarto. Mientras no estés en mi cuarto no te puedo defender.

Entonces el joven reflexionó un poco y dijo:
-De hoy en adelante ésta es tu casa, yo estaré aquí como invitado si me lo permites... Y así fue.

Al otro día tocan nuevamente la puerta, pero esta vez no fue el joven quien abrió la puerta pues ya no era el dueño de la casa, al abrir Jesús la puerta el diablo se disculpó pues pensó que se había equivocado de casa.

 Queridos amigos, como consejo quiero decir que no es suficiente decir dentro de nosotros que Jesús vive en nuestro corazón, tenemos que entregar de corazón nuestra vida para que Él pueda actuar por nosotros.

sábado, 3 de enero de 2015

PASTELILLOS DE ARROZ





    
 En la costumbre de la montaña vivía el maestro Zen. En el valle había dos monasterios de monjas Zen, el Monasterio del Este y el Monasterio del Oeste. La diferencia entre las monjas del Este y del Oeste era que las del Este pronunciaban en sus rezos el nombre de la deidad como Kwan Seum, mientras que las del Oeste lo pronunciaban Kwan Seoon. Y se peleaban.
     
A tanto llegó la discordia que decidieron de común acuerdo recurrir al maestro de la montaña. Él las escuchó  y anunció que bajaría el día siguiente a las once de la mañana a dar su veredicto.
    
 Era lo justo. Pero las monjas quedaron inquietas. Las del Este pensaron, "¿Si perdemos, a pesar de tener la razón? Hay que hacer algo".
    
Sabían que el maestro de la montaña le gustaban los pastelillos de arroz. Se preparaban rápidamente y son deliciosos. Dicho y hecho. Los hicieron, los pusieron en una gran bandeja y se los llevaron al maestro de la montaña. El maestro se entusiasmó:

-¡Con lo que me gustan los pastelillos de arroz! Y aquí en la montaña no los consigo nunca. Gracias, gracias. -Y comenzó allí mismo a comerlos.
Mientras los comía le dijeron las monjas: -Nosotras somos del Monasterio del Este. Pronunciamos el nombre del sagrado como Kwan Seum. Esa es la verdadera pronunciación, ¿no?

- Desde luego, desde luego,  -contestó el maestro entre bocado y bocado, ¿Quién iba a decir otra cosa?

Las monjas se fueron contentas, y el maestro quedó más contento todavía.
    
 Las monjas del Monasterio Oeste tampoco estaban ociosas. ¿Si perdemos a pesar de tener la razón? Hay que hacer algo. Sabían que el maestro le gustaban los fideos revueltos. Lleva mucho tiempo en prepararlos, pero son deliciosos. Dicho y hecho. Los hicieron con gran cuidado, los pusieron en un gran cuenco y, aunque era ya muy tarde, se los llevaron al maestro de la montaña. El maestro se entusiasmó: -¡Con lo que a mí me gustan los fideos revueltos! Y aquí en la montaña nunca los consigo nunca. Gracias, gracias. -Y se puso a comerlos allí mismo.

Mientras comía le dijeron las monjas: -Nosotras somos del Monasterio del Oeste. Pronunciamos el nombre del sagrado como Kwan Seoon. Esa es la verdadera pronunciación, ¿no?

-Desde luego, desde luego, -contestó el maestro entre bocado y bocado, ¿Quién iba a decir otra cosa?
Las monjas se fueron contentas, y el maestro quedó más contento todavía.
Al día siguiente, a las once de la mañana quinientas mojas se reunieron el la Sala Principal de Buda. El maestro sentó en el trono, murmuró plegarias, hizo inclinaciones, miró a ambos lados y pronunció sentencia:

-El Libro de los pastelillos de Arroz dice que Kwan Seum es lo correcto, mientras que el Libro de los Fideos Revueltos dice que Kwan Seoon es lo correcto.
Las monjas comenzaron a insultarse diciendo,

-¡Nosotras le habríamos dado pastelillos!
-¡Nosotras le habríamos dado fideos!

El maestro calmó el alboroto y les dijo:

Cuando reces, reza. Cuando cantes, canta. ¿Qué importa la pronunciación? ¿Qué importan las palabras? Sólo hagan lo que hacen. Es lo único que importa.

Con eso descendió del trono y regresó a la montaña.

viernes, 2 de enero de 2015

LADRON DE MARTILLOS

  


Había un carpintero que trabajaba en su establo haciendo jaulas para gallinas. Sucedió que se le desapareció el martillo y lo buscaba desesperado.

Saliendo del establo vio al hijo del vecino pasar por allí y empezó a sospechar de él.

Cuando más lo pensaba más se convencía de que ese niño le había robado su martillo. Comenzó a espiarlo; cuando el niño salía de la escuela y cuando llegaba.

Cada vez lo veía más claro: "Sin duda alguna, él fue quien me robó el martillo; tiene cara de ladrón de martillos, se mueve, camina, habla, como un verdadero ladrón de martillos".

Y cuando más vueltas le daban en su cabeza pensando que era él y lo miraba como tal, más se convencía.

Pero a los dos días, encontró su martillo al recoger el aserrín: estaba cubierto por aserrín y maderas.

Ese día vio salir a su vecino y ya no lo vio como ladrón de martillos: ni su cara ni su forma de caminar de correr eran de un ladrón de martillos.